EL RETO DE ENSEÑAR EN TIEMPOS DE PANDEMIA.
Es evidente que el 2020 fue un año complejo en prácticamente cualquier ámbito,
enfocándonos al aspecto educativo y emocional, a nivel mundial impactó en todos
los niveles educativos para niños, estudiantes, familias, directivos y
docentes. Si a esto le sumamos la inestabilidad e incertidumbre que nos ha
forzado a modificar y adaptar el modelo educativo, la manera en que enseñamos,
pero sobre todo el desafío de la adaptabilidad y la flexibilidad de aprender,
podemos percatarnos del gran reto que representa llevar lo que resta de la
pandemia y distanciamiento social, además del reto que nos espera en el regreso
a las clases presenciales.
Esta situación ha hecho aún más evidente las desigualdades que existen en educación y cómo nuestro sistema educativo carece de metodologías y herramientas que permitan asegurar una educación de calidad para todos los estudiantes, y ha abierto el debate en cuanto a la deficiente práctica de las políticas públicas respecto a cómo se logra adaptar a la educación ante cualquier adversidad que se presente, buscando el propósito final que es brindar una educación de calidad a las niñas, niños y adolescentes (NNA).
También ha evidenciado
que la educación, no es tan gratuita como la Constitución y la Ley de educación
han tratado de aparentar, hemos visto, que aprender en tiempos de pandemia, implica
un costo, elaborar y entregar tareas, mantenerse comunicado, generar un espacio
en casa adecuado para el estudio cuestan. Incluso permanecer en casa, eleva los
gastos familiares.
Entonces, la pandemia
nos ha mostrado en términos de niveles socioeconómicos, la realidad que nos negábamos
a ver, los programas de la Secretaría de educación no eran tan inclusivos ni
tan adaptables a las necesidades que llegaron, por el contrario, excluían aún más
a los alumnos, no solo por sus necesidades educativas especiales, sino también
por sus condiciones económicas y familiares que presentan en la dinámica dentro
de cada hogar.
Pero hay un lado
positivo, el gran trabajo realizado y ejecutado con responsabilidad por parte de los
padres y profesores, en una primera instancia se pudo observar el despliegue de
miles de maestros, que de una semana a otra tuvieron que adaptar en casa un
lugar para trabajar, modificar sus planeaciones y estrategias para responder a
las necesidades de sus alumnos, y también prepararse ante las necesidades de actualización
y formación tecnológica que requerían. De una semana a otra aprendieron a usar
plataformas educativas, recursos digitales, y adaptarse a cuanta nueva
herramienta digital les mostraba sus directivos, su plantel, su zona escolar y
hasta la Secretaría de Educación.
Esos
primeros meses, en que las plataformas educativas, de video y streaming
saturaron a los maestros con información y recursos que si bien pueden llegar a
ser muy útiles, no siempre respondían a las condiciones con las que pueden
trabajar sus alumnos.
También las
familias tuvieron que adaptarse, planear los horarios para usar los dispositivos,
no saturar el internet en casa, incluso contratar por primera vez el servicio
de internet, comprar un televisor para ver “aprende en casa”, padres y madres
que tuvieron que alargar las 24 horas de un día, para cumplir con sus horarios
de trabajo, las labores de casa y ahora dar seguimiento a las clases y trabajos
de cada hijo.
Desde
la parte emocional, claramente ha aumentado el estrés, la angustia y la ansiedad,
los jóvenes y niños en su mayoría, han demostrado su capacidad de adaptación y
flexibilidad a este nuevo escenario bastante adverso.
Pero qué pasará con el
gran desafío que viene en los próximos meses o quizá para el próximo año si es
que las escuelas retoman sus actividades, cómo podemos adaptarnos nuevamente al
regreso a clases. En ese sentido, se va a necesitar un retorno cuidadoso,
controlado y medida, por lo que no sería positivo un nuevo cambio apresurado o
incluso forzado.
Ahora,
el modelo educativo se enfrentará a la necesidad de retomar los aprendizajes
incompletos con que regresarán los alumnos, al retroceso académico de más de la
mitad de los estudiantes, a los golpes emocionales sufridos durante la
pandemia, y a la crisis económica cada vez más alarmante que se vislumbra a
nivel global.
De
lo que estamos seguros es que la educación a distancia llegó para quedarse, en países
desarrollados ya eran técnicas y metodologías ampliamente aceptadas y
utilizadas, pero en países como el nuestro, aún eran prácticas poco valoradas,
ahora, a base de la obligatoriedad del distanciamiento, lo hemos probado y
comprobado, la educación a distancia es
efectiva, siempre y cuando existan las condiciones aptas para abordarla. Por lo
que no debería sorprendernos que el modelo educativo migre a un formato híbrido
o a la opción de los tres formatos; presencial, a distancia o híbrido.
Velázquez
Armenta, L.F. (27 de marzo 2020). El reto de enseñar en tiempos de pandemia. Aprendizaje en tiempos de pandemia por
covid-19. https://pandemiayaprendizaje.blogspot.com/2021/03/el-reto-de-ensenar-en-tiempos-de.html
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